lunes, 15 de septiembre de 2025

El régimen corruptor

Jesús Silva Hérzog Márquez - Pulso de San Luis

No era un buen diagnóstico con una mala receta. El nuevo régimen no identificó en ningún momento la naturaleza de la corrupción, la extensión de sus redes, sus facilidades institucionales. Su discurso empezaba en la prédica moral y terminaba con la esperanza del ejemplo redentor. La pureza del caudillo regeneraría la vida pública. No había tema que ocupara mayor atención en el discurso público. Se hablaba insistentemente de la corrupción como el peor de los males, como el origen de todas las desgracias de México. Se pontificaba sobre la urgencia de la purificación al tiempo que se destruían los mecanismos para evitar y castigar la corrupción. Toda la estructura de la sospecha institucional, todos los organismos que tienen a su cargo la alimentación de la desconfianza fueron anulados o destruidos.

El lopezobradorismo fue el gran beneficiario de la indignación que generaron los escándalos de corrupción del último PRI. Fue también usufructuario de los mecanismos ensamblados en las últimas décadas para exhibir y denunciar esos escándalos. Las instituciones autónomas que López Obrador terminó deshaciendo y las organizaciones de la sociedad civil a las que se empeñó en destrozar dieron impulso a su denuncia como opositor. Esas odiadas instituciones de transparencia descubrieron y exhibieron las corruptelas que terminaron por enterrar, no solamente al PRI, sino al régimen pluralista.

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