Por: Isaac Katz - El Economista
Ayer inició en la provincia de Alberta, en Canadá, la reunión anual del G7, término con el que se denomina al grupo compuesto por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón, las economías que en el momento en que este grupo se formó hace medio siglo eran las más grandes del mundo, tanto en términos del PIB agregado como en términos per cápita.
La agenda de la reunión de este año, definida por el anfitrión, el primer ministro canadiense Mark Carney, incluye temas muy woke como “protección a las comunidades” (lo que ello quiera decir), el cambio climático y los incendios forestales (¿?) y el combate al crimen organizado. Además, se tratarán temas alrededor del estado de la economía mundial, incluyendo seguridad energética, impulso al crecimiento, inteligencia artificial y cambio tecnológico.
Sin duda, en la reunión de este año habrá tres temas muy relevantes fuera de la agenda de Carney. Primero, la guerra en Ucrania provocada por la invasión rusa y el cambio en el apoyo militar estadounidense a este país desde que Trump asumió la presidencia y la percepción de que él adoptó una posición pro Putin, por lo que “traicionó” a Ucrania. Segundo, el ataque israelí a las instalaciones nucleares y militares en Irán y a los principales mandos militares y de la Guardia Revolucionaria iraní ante la certeza por parte de Israel, Estados Unidos y la AIEA de que Irán estaba cerca de lograr el enriquecimiento de uranio al grado necesario para la fabricación de armas nucleares. Tercero, las erráticas políticas arancelarias de Trump.
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