Por: Isaac Katz - El Economista
Vivimos en un mundo en el cual hay una constante: la incertidumbre. Prácticamente todas las decisiones que toman los agentes económicos se hacen en un entorno en el cual no se tiene certeza sobre la evolución que tendrán, en el horizonte de tiempo relevante, algunas de las variables que son relevantes para determinar el resultado de la decisión que se haya tomado.
Para las familias, adversas al riesgo, son tres los principales escenarios en los cuales la incertidumbre juega un papel importante. El primero es la decisión de elección de una pareja para la conformación de un hogar, en donde el noviazgo no es más que un proceso en el cual ambos jugadores obtienen información de la contraparte; si se percibe que hay la suficiente compatibilidad y complementariedad, se puede tomar la decisión de formar un hogar. Aquí un elemento de incertidumbre se debe a que, durante el noviazgo, los jugadores tratarán de no divulgar aquella información negativa que reduzca su valor; si esta se revela después de la conformación del hogar, cuando los costos de salida de la relación ya son más elevados, el desenlace es diferente que si se hubiese revelado con anterioridad.
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