Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Nuestra trayectoria económica podría resumirse como una tortuosa caminata de crisis en crisis. En medio de la explosión de la crisis de la deuda externa, agravada por la casi vertical caída del precio del petróleo, parecía que el país se sumiría en una suerte de “hoyo negro” del cual saldrían otro país, otra economía y, en fin, una sociedad reconstruida.
Como haya sido, los hechos señalan que, para evitar que el país “se nos fuera entre las manos”, en dicho del presidente Miguel de la Madrid, a partir de 1982 se impuso un draconiano ajuste financiero y, en general económico, mediante el cual se pretendía una salida rápida del atolladero financiero y, al mismo tiempo, detener una acelerada inflación que amenazaba volverse “hiperinflación” y llevarnos a escenarios de otros tiempos.
No se logró del todo coronar dicha expiación con el arribo de México a un nuevo estadio económico y social. Lo que sí se abrió paso entre tanta confusión fue un proyecto de “Gran Transformación” gracias al cual la economía se convertiría pronto en una plena economía de mercado y la sociedad se vería forzada a adoptar formas, usos y costumbres, propias de una formación social articulada, sin interferencias políticas, por unas fantasmales “leyes del mercado”.
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