Carlos Mota - El Heraldo de México
La puerta a una crisis económica ha quedado entreabierta a partir de ayer tras la nueva política arancelaria de Estados Unidos. Una crisis estaría definida por una configuración de varios aspectos negativos de alto impacto: caída del Producto Interno Bruto (PIB); pérdida de empleos; depreciación sensible; inversión retraída; inflación…
Si ocurre una crisis económica a partir de ahora dependerá de si México solo mete la nariz, la cabeza o el cuerpo entero en la rendija que se ha abierto. Este último escenario, el de una crisis completa y profunda, está prácticamente descartado de acuerdo con lo que dijo la presidenta Claudia Sheinbaum ayer, porque siempre, en todo momento, su gobierno buscará diálogo y cooperación con el de Donald Trump.
Pero una crisis pequeña o de corta duración no puede descartarse, sobre todo si los aranceles estadounidenses duran muchas semanas; si se acumulan traslados de turnos de producción de México a Estados Unidos —impactando aquí el empleo en sectores como el automotor—; o si las medidas arancelarias con las que Sheinbaum responda el domingo reviven aquí la inflación.
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