Federico Reyes Heroles - El Siglo de Durango
"Todo lo sólido se desvanece en el aire", se lee en el Manifiesto Comunista. Un siglo después Marshall Berman convertiría la expresión en eje central. Da un giro: todo proceso de modernización conlleva una semilla de autodestrucción. Quién lo imaginaba hace un par de décadas: estamos siendo testigos de la quiebra del orden liberal.
Pero esa palabra ha sido manoseada, vilipendiada, más aún cuando, con profunda ignorancia, se le agrega el prefijo neo. Para muchos el neoliberalismo -refiriéndose a la estrategia económica con Thatcher y Reagan a la cabeza- encierra una malévola intención: volver más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Pero la realidad los desmiente. Nada más en China, con la apertura comercial, alrededor de 500 millones de seres humanos dejaron la pobreza. India otro caso. La estrategia de Thatcher y Reagan coincidía en un principio: el estado propietario resta recursos a su misión central, atender los objetivos básicos del estado, seguridad, salud, educación y, en ocasiones, infraestructura. El comercio, desde su nacimiento, ha sido un elemento civilizador e incluso fue semilla de los derechos humanos. La globalización ponía al centro al consumidor, su bienestar. El estado había demostrado ser tan ineficiente, que las fuerzas del mercado -en competencia regulada- podrían hacerlo mejor. La estrategia funcionó para Gran Bretaña y Estados Unidos y muchos otros países.
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