Enrique Campos Suárez - El Economista
En lo que México se prepara para el huracán financiero local de septiembre, cortesía de los abusivos y rencorosos cambios constitucionales que pretende el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, desde Estados Unidos nos impactan tormentas de muy fuertes a torrenciales por los renovados miedos de que, ahora sí, llegue una recesión económica.
Empieza a generalizarse la sensación de que a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se le pasó la mano con la medicina monetaria restrictiva y que ya causó estragos en el crecimiento económico que para estas alturas ya son irreversibles.
El banco central de allá, a diferencia del Banco de México, tiene el mandato dual de procurar la estabilidad de los precios, pero también buscar el pleno empleo y los datos más recientes apuntan a que se desbalanceó el mercado laboral.
Entonces, si mantenemos la metáfora climatológica, a México le llueve sobre mojado, porque ya causa suficientes estragos el actuar de López Obrador y ahora se añade la creciente turbulencia global que se estrenó con el pasado viernes negro.
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