Gerardo Esquivel - Milenio
En la semana leí una columna en la que el autor se quejaba de los “continuos e inmoderados incrementos al salario mínimo”. Decía que lo único que habían logrado esos aumentos era que ahora un mayor porcentaje de los trabajadores formales gane menos de dos veces el salario mínimo.
Y pues sí, eso es cierto. Además, es lógico. Si el salario mínimo ha crecido en 125 por ciento en términos reales entre diciembre de 2018 y febrero de 2024, resulta completamente lógico que ahora un mayor porcentaje de los trabajadores gane por debajo de un umbral que se ha movido hacia arriba y, más concretamente, que se ha más que duplicado. Sin embargo, lo realmente importante es que eso no implica que ellos estén peor o que sus condiciones laborales o de ingresos se hayan deteriorado. Por el contrario, muchos trabajadores se han beneficiado del aumento real del salario mínimo. Esto ha mejorado su poder de compra y por tanto el nivel de vida de ellos y de sus familias. También ha sido un factor crucial en la reducción de la pobreza laboral, la pobreza por ingresos y la pobreza multidimensional que se ha observado de 2018 a la fecha, según las cifras oficiales del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval).
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