- Entraremos en una etapa del proceso político mexicano donde el tema del árbitro será tan relevante como en el partido México-Holanda.
Enrique Quintan - El Financiero
Pocas expresiones en la cultura popular mexicana tienen tal arraigo como aquel grito en los estadios: ¡árbitro vendido!
Nada aborrecemos tanto como un árbitro que haga caso omiso de un obvio penal en el área.
O la de otro árbitro que marque lo que no existía (recuerde usted el juego contra Holanda y el inexistente penalti contra Robben que le cambió la historia al futbol mexicano).
Pero, pareciera que nuestra visión futbolera, que compartimos decenas de millones de personas, no vale lo mismo en la política.
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