Por Homero Martínez Garibay - El Economista
La contingencia por Covid-19 hizo resurgir la inflación tras décadas de estabilidad. Desde cuellos de botella que disrumpieron las redes de abastecimiento, hasta cambios en los patrones de consumo de la población, han sido factores clave del sostenido incremento global en precios. Sin embargo, a pesar de la paulatina normalización del comercio internacional, el desaceleramiento del gasto de los hogares (sobre todo en Estados Unidos), las políticas fiscales menos expansivas, y los esfuerzos de los bancos centrales, la inflación no cede. En este contexto de incertidumbre surge una pregunta: ¿podrían las grandes corporaciones a través de su poder de mercado estar jugando un rol en la inflación?
Una encuesta entre economistas y académicos realizada por el Foro IGM en 2022 revela que la opinión que prevalece es un rotundo no: 79% de los encuestados no cree que las empresas estén aprovechando su poder de mercado para incrementar los precios. Y es que la teoría económica establece que las corporaciones que tienen poder de mercado son justamente aquellas que están en posición de absorber eventuales incrementos en costos (como los observados los últimos meses en materiales y energéticos), y lo hacen renunciando a parte de sus márgenes que son estructuralmente positivos. Por lo tanto, es improbable que la estructura de mercado por sí sola pueda explicar actualmente el importante ritmo de crecimiento de los precios.
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