jueves, 13 de octubre de 2022

EL MISTERIO DE LAS INTOXICACIONES EN UNA ESCUELA DE CHIAPAS: 72 NIÑOS HOSPITALIZADOS Y UNA DROGA QUE NO APARECE

  • Decenas de menores fueron intoxicados con una “sustancia desconocida”. Las autoridades no tienen respuestas sobre qué les ocurrió a los adolescentes, mientras crece el miedo entre las familias

El interior de la escuela secundaria Juana de Asbaje, en la que fueron intoxicados los jóvenes de la comunidad de Bochil en los Altos de Chiapas (México). MÓNICA GONZÁLEZ ISLAS

Beatriz Guillén - Bochil (México) - El País

A las 17.30 del viernes 7 de octubre, una niña mareada cayó al suelo y esa fue la alarma. Después otro pidió ayuda. Le siguieron decenas. Adolescentes que no podían respirar, les dolía el pecho, vomitaban, se desmayaban. Empezaron a llorar y gritar, quedaron tirados en el piso y los pasillos. Nadie en Bochil, en los Altos de Chiapas, olvida la escena de pánico en la escuela Juana de Asbaje. El caos superó a un pequeño colegio público sin protocolos sobre qué hacer cuando un centenar de niños han sido intoxicados, de repente y al mismo tiempo, con una sustancia desconocida. La mayoría de ellos, 72, tuvieron que ser hospitalizados. Casi una semana después, 11 siguen ingresados y uno de ellos, en estado grave, acaba de salir del coma. Todo alrededor es bruma y paranoia. No hay rastro de cocaína ni de otros estupefacientes en las pruebas de la Fiscalía, que reconoce no tener idea de lo que ocurrió ese día en el pueblo. Este caso y otros tres en Tapachula en los últimos días han puesto el foco en la imparable entrada de droga en los centros escolares de México.

Por fuera no parece una escuela. Un murete amarillo y una puerta metálica entreabierta dan paso a un recinto ahora vacío. La secundaria tiene inscritos a 452 estudiantes, entre los 11 y 15 años, que no regresan desde el viernes. Los pupitres se han quedado alineados con pegatinas de colores, las inasistencias siguen colgadas en la puerta y en un pizarrón todavía se lee: “Reto: evitar el consumo de sustancias tóxicas”. Dentro el silencio es raro. Lo rompe en una habitación con visillos y llena de trofeos antiguos un director estresado. Gregorio Wenso Velázquez recopila la información que le ha pedido la Fiscalía y que debe entregar en unas horas. No tiene tiempo, dice, puede ser sancionado. “Es un caso muy desesperante”, concede.

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