- La subida de tasas hasta su récord histórico obliga a elevar el déficit para cuadrar los presupuestos de 2023, con los que López Obrador aspira a recuperar el pulso del gasto social tras el bache de la pandemia
Las recetas contra la inflación suelen conllevar efectos secundarios. Los países de medio mundo han elevado a marchas forzadas sus tasas de interés ante la imparable escalada global de los precios. El Banco de México (Banxico) ha sido uno de los más expeditivos con 10 subidas consecutivas en poco más de un año para dejar el listón en el 8.5%, récord histórico. La contrapartida, además de un previsible enfriamiento de la actividad económica, ha sido una crecida de los costes de la deuda: un 30% más que el año pasado, según las previsiones del Gobierno presentadas esta semana en el proyecto de presupuestos para 2023.
El aumento obligará a tirar de déficit, que crecerá más de medio punto según el mismo proyecto, y así cuadrar las cuentas de uno de los presupuestos más expansivos de los últimos años, con los que Andrés Manuel López Obrador pretende recuperar el pulso del gasto social después del bache de la pandemia. El propio presidente salió al paso este fin de semana culpando de la coyuntura a los gobiernos anteriores: ”En crisis decidieron salvar, rescatar las pérdidas de los bancos y las pérdidas de las grandes empresas y convirtieron las deudas de ellos en deuda pública”.

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