Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Como tornados, las pendencias y turbulencias políticas, en gran medida desatadas o inventadas desde el poder presidencial, siguen su marcha. Implacable a la vez que fuente de todo tipo de salidas de ácido humor.
Hacia dónde pueden llevarnos esas homilías mañaneras es un enigma, aunque muchos analistas y comentaristas coinciden en advertir que el destino previsible es triste, cuando no desastroso: una redición del autoritarismo presidencial; una recentralización del poder, legítimamente constituido como federalismo al calor de la transición a la democracia; balcanización y decadencia de un régimen que bien a bien no acabó de cuajar; demolición institucional y del Estado; en fin, al diablo con las instituciones, como se llegó a decir.
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