- El Partido Republicano se ha convertido en una amenaza para todo aquello que el país debería representar
Paul Krugman - El País
Una bandera estadounidense quemada en Talent (Orengon). NATHAN HOWARD (GETTY IMAGES)
Allá por julio, Kay Ivey, gobernadora de Alabama, dijo cosas fuertes y sensatas acerca de la vacuna contra la covid-19. “Quiero que la gente se vacune”, afirmaba. “Ese es el remedio. Eso lo previene todo”. Llegó a decir que quienes no se vacunan nos están “defraudando”. Tres meses después, Ivey ordenaba a los organismos de su Estado que no cooperaran con las normas federales que establecen la obligatoriedad de la vacuna contra la covid-19.
El rápido giro de Ivey del sentido común y el respeto por la ciencia a las destructivas sandeces partidistas —sandeces que están matando a miles de estadounidenses— no tiene nada de único. Por el contrario, es la síntesis de la trayectoria que ha seguido el Partido Republicano en un tema tras otro, desde las rebajas fiscales hasta la gran mentira acerca de las elecciones de 2020.
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