lunes, 10 de mayo de 2021

DESIGUALDAD Y MIGRACIÓN

  • Una mayor igualdad económica no necesariamente es lo que la mayoría de la gente busca, sino más oportunidades y seguridad.

Jackes Rogozinski - El Financiero

WASHINGTON D.C. La palabra desigualdad tiene matices muy negativos, en muchos casos asociados a acciones deliberadas de parte de los gobiernos. Aún cuando en muchas ocasiones esto podría ser así, la desigualdad es también producto de condiciones sistémicas, históricas y estructurales en el mundo que van mucho más allá de un gobierno o una política económica. Lamentablemente, para muchas personas, la desigualdad inicia desde el nacimiento. No es lo mismo nacer en Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Australia o Nueva Zelanda que nacer en Honduras, Yemen o Mozambique. Tampoco es lo mismo nacer en un país democrático que en un país donde existe una dictadura disfrazada como democracia o una dictadura real y aceptada. Tampoco es igual nacer con una nacionalidad que nacer o convertirse por razones políticas en un ciudadano sin país, apátrida, de los que actualmente hay más de 4.2 millones en el mundo. Es aquí donde empieza la verdadera desigualdad, que condicionará toda la vida de una persona, desde la posibilidad de tener acceso a la educación, hasta el acceso a salud, como estamos presenciando a diario con el manejo de los embistes de la pandemia en los países más débiles. Sin embargo, el discurso sigue centrándose en la desigualdad económica y del coeficiente de Gini.

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