Rolando Cordera - Periódico La Jornada
Poco importa el tema del que hablemos; sea el cambio climático o las pandemias de hoy y de mañana; nos refiramos a la persistencia inicua de la desigualdad y la pobreza o debatamos la necesidad y pertinencia de una reforma tributaria, fiscal o hacendaria; en todo, ineludiblemente, topamos con la dificultad de traducir esta deliberación en decisiones de política. No se diga dar lugar a formas ágiles y adecuadas de gobierno para atender la problemática.
No hay sintonía entre voz y voto. Conquistamos el segundo y la primera se extravió. Se nos dice –Clara Jusidman ha sido enfática e insistente en esto– que las sociedades del mundo encaramos graves problemas de gobernanza; sin duda, éste parece ser uno de los nudos, pero otro no menor tiene que ver con (in)capacidades cognitivas de las destrezas necesarias para acometer las acciones políticas conducentes, y esto sin mencionar las formas para tratar con el nuevo mundo bravo, articulado por los saltos cuánticos en la tecnología que inundarán los tiempos post-pandémicos.
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