Enrique Quintana - El Financiero
Hace unos días hablaba con un empresario. Se trata de un personaje poco interesado en los temas ideológicos y muy atento a las oportunidades y riesgos que aparecen en sus negocios.
Me decía que notaba que, en la discusión pública, aun entre sus colegas, empresarios de muy diversos giros, parecía predominar el discurso ideológico y no la evaluación real de los hechos que se están configurando en el país.
Me decía que uno de los efectos del discurso presidencial es que conduce a muchos a esas visiones de blanco y negro, más que a una óptica con matices, en la que, en medio de los problemas, puedan identificarse opciones de negocio.
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