A la memoria de Héctor Fix Fierro.
Nada como una crisis para aprender
cómo realmente somos. Las crisis
sacan lo mejor y lo peor de las
personas, de los gobiernos y de los países. Recuerdo el clima de solidaridad que
se gestó tras el sismo de 1985 y que tuvo
una brutal repercusión política, tornándose en un factor nodal de la democratización que experimentó el país en los
años siguientes, en buena medida debido
a la incapacidad que demostró el gobierno para responder ante la tragedia, pero
sobre todo a la habilidad de la sociedad
para organizarse y contribuir de manera decisiva a la estabilización del país. El
extinto Adolfo Aguilar Zinser no lo pudo
describir mejor cuando, un año después
del terremoto, publicó un libro intitulado Aún tiembla. Si un terremoto pudo
cambiar tantas cosas, me pregunto ¿qué
tanto podría cambiar con semanas o meses de confinamiento, grave recesión y
ausencia de liderazgo político?
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