Mantener y, peor aún, acentuar sanciones económicas en medio de la pandemia de Covid-19 como ingrediente letal de la diplomacia de fuerza de Estados Unidos configura un crimen de lesa humanidad. Centrada en crecientes e ilegales sanciones económicas contra naciones arbitraria e ilegalmente designadas en ocasiones diversas como amenazas a la seguridad de Estados Unidos (Cuba, Nicaragua, Siria, Irak, Afganistán) o con jurisdicción sobre los yacimientos de combustibles fósiles que van quedando en la corteza terres-tre (Venezuela e Irán), es un crimen de guerra que merece el mayor rechazo público violatorio de convenciones internacionales varias.
Sorprende y alarma esa sevicia por el desprecio y crueldad con la humanidad y las jóvenes generaciones de hoy, mañana y por nacer. El desprestigio, descomposición y cobardía que abate al nacional trumpismo son visibilizados por la pandemia misma.
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