Si apreciamos la salud actual del capitalismo por su gobernanza mundial y los principios que la rigen –emitidos por sus principales capitanes y capos–, puede hablarse de un caos paradigmático. Este sistema económico es, de suyo, el mejor ejemplo de la anarquía; si algo define a los mercados es, precisamente, la perturbación perpetua.
El capitalismo por hoy cubre al planeta; no obstante, está organizado por Estados-nación y, en cada uno, existen instituciones y leyes que lo articulan. Además, están los tratados e instituciones y leyes internacionales (que nunca acaban de adquirir el estatus de tales) pero, por encima de leyes e instituciones está la fuerza económica de cada empresario, de cada empresa, de cada Estado. Donald Trump lo ha recordado al mundo con frecuencia inusitada.
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