Raymundo Riva Palacio - El Financiero
En los últimos días, el gobierno dio pasos para atrás en el linchamiento del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, detenido la semana pasada en Dallas, acusado por la Fiscalía de Brooklyn de vinculación con el Cártel de Sinaloa. El presidente Andrés Manuel López Obrador dejó de llamarlo corrupto y señalarlo como culpable de delitos que aún faltan por probarse, rectificó en la purga de funcionarios que hubieran trabajado con él, y lo más relevante, anunció que no habrá investigación en México en su contra. Un giro de 180 grados en cuestión de horas, que lleva a pensar qué sucedió en Palacio Nacional. Fue una decisión inteligente, por prudente. Este caso es extraño y no se sabe con certeza la motivación detrás de la acusación.
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