Las cosas no le están saliendo bien al
gobierno y ya ni la retórica mañanera, cada vez más cáustica, lo puede
ocultar. La situación económica se deteriora de manera sistemática y no hay razón alguna para esperar que ésta mejore
en las condiciones actuales; los sucesos
de Culiacán muestran no sólo una situación trágica, sino un retroceso sobre ya
niveles exacerbados, por no decir incontenibles, de violencia. La corrupción no
disminuye porque no se atacan sus causas, a la vez que se encumbra a quienes,
a pesar de su flagrante corrupción, son
cercanos al gobierno. A pesar de la evidencia, el presidente sigue empecinado
en un camino que, aunque todavía arroja frutos políticos, no contribuye a avanzar su propia agenda.
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