- Ortega se reinventó a sí mismo en la soledad y se apropió de los símbolos de la vieja revolución y de su retórica antiimperialista
La Nicaragua bajo opresión hoy día era inimaginable cuando luchábamos por la utopía de la revolución. Los jóvenes de ahora, perseguidos a muerte, son como nosotros entonces, una generación que, igual que esta, convirtió sus ideales en convicciones.
El poder pasó de manos de una casta familiar a las de unos guerrilleros inexpertos. Y no había un caudillo. Las tres tendencias en que el Frente Sandinista se hallaba dividido poco antes del triunfo aportaron cada una tres miembros a la Dirección Nacional, un cuerpo sin cabeza visible. La ruptura de aquel equilibrio implicaba el riesgo de una lucha intestina, con miles de armas en manos de los combatientes que apenas tomaban respiro de la guerra de liberación recién concluida.
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