- El presidente chino vio rechazada siete veces su admisión en el Partido Comunista
Siete veces la respuesta fue "no". El joven Xi Jinping, enviado durante la Revolución Cultural a reeducarse a una aldea del norte de China, deseaba ingresar en el Partido Comunista. La contestación siempre era la misma: imposible. Su padre, Xi Zhongxun, antiguo héroe de la Revolución, había caído en desgracia y manchaba el pedigrí familiar. El futuro presidente solo lo consiguió a la octava, en 1974, después de persuadir con un desayuno de huevos fritos a un joven dirigente local para que respaldara su candidatura. Según ha contado, aquella experiencia fue como volver a nacer. “Se hizo más rojo que el propio color rojo”, ha contado uno sus amigos de antaño a un embajador estadounidense.
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