Barry Eichengreen - elEconomista.es
Donald Trump asumió el cargo con la promesa de aprobar una serie de cambios políticos radicales en EEUU. No ha tardado en descubrir, como sus antecesores, que el sistema político de ese país está pensado para evitar el cambio rápido a gran escala, interponiendo unos obstáculos institucionales formidables, desde el Congreso y los funcionarios de carrera hasta los Gobiernos estatales y los tribunales.
Empecemos con la reforma del impuesto sobre la renta de las personas físicas. Debería ser dicho y hecho porque el presidente y los líderes republicanos del congreso se encuentran en la misma onda. El objetivo de Trump de eliminar el manoseo del Gobierno de los bolsillos de los ciudadanos, recortando el tipo marginal superior de las rentas ordinarias del 39,5 al 33 por ciento coincide a la perfección con la ideología republicana habitual, según la cual los impuestos altos penalizan el éxito y ahogan la innovación.
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