Benito Solis / El Financiero
Durante las semanas pasadas habían aparecido varias estadísticas preocupantes indicando que la economía nacional y la de nuestro principal comprador externo estaban reduciendo sus ritmos de crecimiento. La primera fue la del estancamiento del IGAE del mes de febrero, que mostró una inesperada tasa de 0.0% con respecto al mes inmediato anterior. Aunque se pensó que podía ser una anomalía estadística, que no forzosamente marcaba una tendencia, sí preocupó a algunos de los participantes en los mercados financieros.
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