Enrique Quintana / El Financiero
¿Qué pasaría si de repente –como en una novela de Saramago– el pesimismo
económico empezara a cundir y a contagiarse por todas partes?
Imagine que de repente, todos nos volvemos pesimistas incurables que imaginamos que la situación de la economía está muy mal y se va a poner peor.
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