Samuel García / 24 Horas
La semana pasada hice un ejercicio con mi bolsillo y con mi economía
personal que, quizá, sea el caso de algunos de los lectores.
Me propuse llevar un registro de cuánto estaba gastando durante un
día típico en dar propinas; una decisión que, por cierto, en México ya
va más allá de solo premiar la buena atención o la prestación de un
servicio personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario