México SA
¿Y el paraíso prometido?
Arrigunaga: juez y parte
Carlos Fernández-Vega / La Jornada
Casi tres lustros atrás
(2 de mayo de 1990), y con una sonrisa de lado a lado, el entonces
inquilino de Los Pinos y su secretario de Hacienda prometían que con la
reprivatización de la banca
habrá más recursos para el desarrollo y el bienestar social, al tiempo que promovían la
democratización del capitalfinanciero y garantizaban
la necesaria competenciaen este renglón de la actividad económica, con el fin de abatir tasas de interés e incrementar sustancialmente el crédito productivo. De acuerdo con Carlos Salinas y Pedro Aspe, el retorno de este sector a manos privadas se justificaba plenamente, porque, decían,
es por el bien del país.
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