martes, 7 de enero de 2014

UN MERCADO SIN LEY NI ESPERANZA

El fracaso de la reforma eléctrica y la grotesca anulación de la subasta siembran el caos en el recibo de la luz y lo encarecerán a medio plazo. Este gobierno carece de credibilidad y autonomía para reordenar el sistema


Los aficionados al juguete cómico habrán disfrutado estos días con tres episodios protagonizados por el Ministerio de Industria. En diciembre de 2012, un ministro apellidado Soria concibió y logró aprobar una miríada de impuestos, tasas y tasillas a diversas actividades eléctricas, desde la generación a la distribución, con el fin de eliminar, al menos parcialmente, el malvado déficit de tarifa (unos 26.000 millones). Con este desparramado despliegue tributario esperaba recaudar 2.700 millones. Nueve meses después, el Consejo de Ministros aprobó una reforma eléctrica, concebida con el único fin de enjugar el déficit de tarifa. Con gran aparato verbal, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría juró sobre las resoluciones del Consejo de Ministros que dicha reforma liquidaría para siempre el déficit. Incorporaba la vasta reforma, con más folios que la biblioteca del Congreso, una pieza decisiva: el Presupuesto aportaría 2.200 millones a la causa contra el déficit tarifario.

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