jueves, 9 de enero de 2014

LA GRAN PRUEBA DE LOS LEGIONARIOS


La congregación protegida por Juan Pablo II fue obligada por Benedicto XVI a refundarse
Francisco tiene la última palabra sobre el futuro de la organización
Pablo Ordaz- Roma-El País
La primera pregunta que, de aquí a un mes, tienen que responder los 61 delegados de los Legionarios de Cristo reunidos desde ayer en Roma es muy clara: ¿de qué forma puede seguir existiendo una congregación que, fundada en 1941 por el sacerdote mexicano Marcial Maciel (1920-2008) a su imagen y semejanza, presumió durante décadas de ser lo mejor de la Iglesia —los más puros, los más influyentes, los más poderosos, el brazo armado de Juan Pablo II— mientras que, de puertas para adentro, su fundador y un grupo de secuaces robaban y abusaban de menores, incluidos sus propios hijos, bajo la protección de su poder y el desprecio a las víctimas?

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