La
izquierda debe resurgir soltando lastre de su tradicionalismo doctrinal y
construyendo con las clases medias una mayoría de cambio. Solo protestar y
estar a la defensiva, esperando que la derecha falle, es insuficiente
El pensamiento
progresista corre, en tiempos de crisis y estancamiento económicos prolongados,
el riesgo de limitarse a objetivos y tácticas de resistencia, como la oposición
a la necesaria modernización del Estado del bienestar, sin atender a
transformaciones materiales, sociales y económicas, como las nuevas formas de
trabajo y creación de riqueza habilitadas por las nuevas tecnologías, que
deberían constituir oportunidades de generación de una actualizada cosmovisión.
Sin esta renovación la izquierda corre el riesgo de confirmarse como opción
electoralmente menor, conservadora de un status quo desarbolado por la
globalización y abocada a la irrelevancia.
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