- El estado de descomposición de los cuerpos complica la identificación de las víctimas del Haiyan
- El
despliegue de los militares estadounidenses y filipinos acelera el reparto de
la ayuda
El doctor Álex Uy Rodríguez tiene ahora mismo la misión más
ingrata en Tacloban. Agente del laboratorio criminal de Mindanao, está en la
ciudad para identificar a los muertos por el paso del
supertifón Haiyan.
Cadáveres como los más de 80 alineados el viernes en bolsas negras a la orilla
del mar, detrás del Ayuntamiento, o cerca de 40 alineados a 500 metros. El sol
de las ocho de la mañana ya calienta y el hedor siete días después de la
catástrofe que azotó Filipinas es insoportable. Pese a los cadáveres y a las
miles de toneladas de escombros, la ciudad más devastada de las muchas
poblaciones castigadas por la tormenta tropical empieza a recuperar algo de
vida. El paisaje en toda la zona de todos modos es desolador. Raras son las
casas que han aguantado intactas.
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