José Blanco / La Jornada
Un profesor contempla
cómo uno de sus jóvenes alumnos realiza una operación en su computadora,
y obtiene un resultado inesperado: no es el que desea alcanzar. Nuestro
pequeño actor repite la misma operación, pero vuelve a toparse con el
mismo resultado inesperado y no querido. Insiste una y otra vez en este
esfuerzo inútil e irrecusablemente obtiene el mismísimo resultado. Es un
ejemplo menudo de lo que es simbolizado por el uróboros.
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