El País
Europa ya tiene su
embrión de unión bancaria y es dudoso que, en las condiciones pactadas, dicha
unión sirva para que la economía del euro recupere competitividad en los
mercados. El acuerdo, en sus términos básicos, responde punto por punto a las
exigencias alemanas: el supervisor bancario único (el BCE) solo tendrá potestad
para controlar las grandes entidades financieras europeas, aquellas que
dispongan de un volumen de activos superior a 30.000 millones; y habrá una
separación rigurosa de funciones en el BCE entre las estrictamente monetarias y
las de supervisión. Angela Merkel ya se ha encargado de explicar en el
Bundestag que el acuerdo es un triunfo alemán; es el momento de explicar por
qué el triunfo para Alemania puede ser un error para Europa en términos
financieros. Otra cosa es que en términos políticos o burocráticos un acuerdo
tan técnicamente discutible sea mejor que nada.
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