El primer paso para combatir la crisis global ha de
ser la reducción de la deuda. Pero dado su tamaño y siendo fundamentalmente
privada, su solución debería exigir un coste inevitable a los acreedores
Tres heridas profundas, emulando el verso de Miguel
Hernández, de la economía española caminan juntas en esta crisis y no son solo
ellas las que nos impiden andar; hay una cuarta. A esas tres heridas, el
endeudamiento, las desigualdades crecientes y las políticas erróneas, de
austeridad, tratan de dar respuesta las mejores cabezas de nuestra profesión.
¿Son suficientes las recetas de Stiglitz, Krugman y Rogoff? Posiblemente, estos
tres autores constituyen las caras más visibles de políticas alternativas a las
doctrinas y políticas oficiales de la austeridad ante esta gran depresión,
desde el otro lado del Atlántico pero con influencia clara en Europa. Los tres
muestran raíces keynesianas e insisten en las políticas expansivas y de
crecimiento. Su perspectiva de la crisis es mundial y hablan para ese ámbito.
Sin embargo, a la luz de las particularidades españolas, de nuestra realidad
específica que los tres la conocen bien, se podrían hacer algunos comentarios o
matizaciones a sus propuestas.
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