Dr. Antonio Reyes / El Semanario Sin Límites
Normalmente los economistas olvidan que no hay generación espontanea, por lo que las crisis económicas y sus efectos financieros los perciben demasiado tarde, obviando, además, para sus posibles soluciones las causas acumulativas y circulares . La visión de la crisis actual no ha estado exenta de tales características, pero ha llegado ya el tiempo de ver más el bosque que los árboles.
La posibilidad de una crisis bancaria europea, que parecía muy lejana hasta muy recientemente, toca a las puertas de los medios de comunicación y ha terminado por alertar adversamente a los inversionistas y a los propios bancos, acrecentando sus dificultades.
Tal posible crisis se inserta en el entorno de los problemas de la deuda soberana, de Estados Unidos de Norteamérica y de la zona euro; así como de la desaceleración económica general, que esta semana fue agudizada en su percepción ante el anuncio de que Estados Unidos creció únicamente 1% en el segundo trimestre, en lugar de 1.3%, como originalmente se estimó.
El bajo crecimiento económico y el alto desempleo fueron las manifestaciones más evidentes de la recesión que se inició en 2007, empeorando los niveles de deudas públicas al aplicarse una política fiscal de gasto, orientada mayormente al rescate bancario y financiero. Desde entonces, era evidente que los bancos enfrentarían un lógico peligro.
El estado actual de la deuda soberana y el decaimiento económico han terminado por develar el panorama adverso de los bancos, con claros signos de ello desde el año pasado. Así, en una clara certidumbre de que la posible crisis bancaria europea se fue gestando de manera acelerada, el Bank for International Settlements (BIS) ha indicado que en la zona euro las obligaciones de los bancos con sus contrapartes cayeron $ 575 miles de millones de dólares en los últimos tres meses de 2010.
Ante estos hechos, aún últimamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) festinaba el hecho de que los bancos habían mejorado el capital en relación a sus activos en riesgo (Capital Adequacy Ratio), sin considerar que la crisis era de magnitudes insospechadas en un entorno global y que la recesión en Estados Unidos había durado 18 meses, algo no visto ni incluso en la gran recesión de los 80’s.
Los bancos europeos enfrentan hasta hoy un problema reconocido de liquidez, que rápidamente se puede volver de solvencia. El problema se sustenta básicamente en una suerte circular: i) en la retirada de los fondos americanos e ingleses de inversión, ante el temor de la alta exposición bancaria a las deudas soberanas; ii) la caída en el valor de sus acciones, que encarece el costo de fondeo en los mercados de mayoreo; iii) la caída del fondeo interbancario, por la aversión al riesgo; iv) la concentración de excedentes bancarios en el BCE, por la astringencia de los préstamos a empresas y consumidores; v) y, sorprendentemente, a la necesidad de fondeo vía el propio BCE. Y de nuevo, todo ello, en un proceso de círculo vicioso, termina acrecentando el temor sobre la liquidez de los bancos que debe ser prevenida con un mayor fondeo proveniente del BCE.
Además de la retirada de los fondos americanos agravada en las últimas semanas, comentada ya en El Semanario sin Límite, de acuerdo a Economics News Paper (23/8/11), los bancos británicos han comenzado a reducir su exposición en la zona euro, especialmente en países como España, Irlanda y Portugal, por el temor de la crisis griega. Bancos como Barclays y Standard Chartered han reducido dramáticamente el nivel de préstamos proporcionados a los bancos de la zona del euro. Standard Chartered ha retirado miles de millones de los mercados de crédito interbancario y cortado en dos terceras partes su exposición en los bancos del continente Europeo. Barclays, por otra parte, anunció en abril que había reducido su exposición a los bancos españoles e italianos.
El valor de las acciones de los bancos europeos se ha hundido 20% en el último mes, siendo para el Royal Bank of Scotland, que es el banco más grande intervenido por el gobierno británico, de 43% y la Societe Generale, considerado el segundo banco francés más grande, de 39 %.
El BCE este mes apoyó a los bancos comprando bonos italianos y españoles por primera vez y prestando fondos ilimitados por seis meses. Como señales adicionales del distress de los bancos, sus depósitos overnight en el BCE alcanzaron 128.7 miles de millones de euros el día 22 de agosto, que es más de tres veces el promedio tenido en este año. En lugar de prestar los bancos a otras firmas, una encuesta del BCE, realizada en marzo en 124 bancos de la zona, indicó que habían ajustado las condiciones para proveer préstamos tanto a las empresas como a los privados, esperando continuar con los ajustes de restricción en los estándares de crédito.
En contraste, a los bancos comerciales bajo el mecanismo de crédito overnight, el BCE proporcionó 145 mil millones de euros de fondos, la mayor cifra desde el record de 2010. El BIS indicó, por otra parte, que los bancos españoles se vieron forzados a pedir prestado al BCE un total de 58,000 millones de euros en mayo, comparado a los 44,000 millones de euros solicitados en abril.
Ante toda esta situación de conductas financieras perversas, dado que conducen a resultados negativos no buscados, Carmen M. Reinhart, ex-economista del Fondo Monetario Internacional, ahora muy famosa por su libro sobre la crisis financiera, This Time is Different, coescrito con K. Rogoff, ha dicho que “lo más probable es que los bancos europeos requerirán mayor asistencia de sus respectivos gobiernos en el proceso de recapitalización”; capitalización cuya etiqueta de precio no será barata. Standard & Poor’s estima que los bancos europeos necesitan cerca de $350 mil millones de dólares adicionales de capital, cifra que es posible solventar si los políticos se ponen de acuerdo con rapidez y el BCE no espera a que lleguen los bomberos para comenzar a prevenir (sic) el incendio.
Christine Lagarde, Director gerente del FMI, desde Estados Unidos advirtió muy recientemente que “es urgente la recapitalización de los bancos” si se quiere evitar que la crisis de la deuda europea desate una recesión global. Lagarde indicó que es necesaria una inyección de capital en los bancos europeos para que puedan hacer frente al peor de los escenarios; “Esta es la clave para evitar un contagio”.
Frente a estas preocupaciones, afirmó complacientemente en rueda de prensa el portavoz económico de la Unión Europea, Amadeu Altafaj, que la Autoridad Bancaria Europea ha dicho que “los bancos europeos están ahora mejor capitalizados que hace un año", obviando la dinámica de la crisis y el tiempo. Lagarde ha enfatizado que la economía mundial está en una nueva fase peligrosa y que los funcionarios deben emprender para fortalecer nuevos pasos y mejorar el crecimiento; a la par, el Presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, señaló que “Sigue habiendo un camino para la recuperación, pero ya no contamos con el lujo del tiempo”.
Los funcionarios y los banqueros centrales son responsables de la tormenta financiera que se vive y siguen, para bien o para mal, a cargo del timón, pero no parecen entender que en el camino de los problemas de liquidez al de solvencia puede haber sólo un paso o simplemente un cambio de apreciación. Mientras, esperemos que las matrices de los bancos extranjeros que operan en México no se lleven el dinero a donde más les hace falta liquidez o capital; ojalá (quiera dios).
Normalmente los economistas olvidan que no hay generación espontanea, por lo que las crisis económicas y sus efectos financieros los perciben demasiado tarde, obviando, además, para sus posibles soluciones las causas acumulativas y circulares . La visión de la crisis actual no ha estado exenta de tales características, pero ha llegado ya el tiempo de ver más el bosque que los árboles.
La posibilidad de una crisis bancaria europea, que parecía muy lejana hasta muy recientemente, toca a las puertas de los medios de comunicación y ha terminado por alertar adversamente a los inversionistas y a los propios bancos, acrecentando sus dificultades.
Tal posible crisis se inserta en el entorno de los problemas de la deuda soberana, de Estados Unidos de Norteamérica y de la zona euro; así como de la desaceleración económica general, que esta semana fue agudizada en su percepción ante el anuncio de que Estados Unidos creció únicamente 1% en el segundo trimestre, en lugar de 1.3%, como originalmente se estimó.
El bajo crecimiento económico y el alto desempleo fueron las manifestaciones más evidentes de la recesión que se inició en 2007, empeorando los niveles de deudas públicas al aplicarse una política fiscal de gasto, orientada mayormente al rescate bancario y financiero. Desde entonces, era evidente que los bancos enfrentarían un lógico peligro.
El estado actual de la deuda soberana y el decaimiento económico han terminado por develar el panorama adverso de los bancos, con claros signos de ello desde el año pasado. Así, en una clara certidumbre de que la posible crisis bancaria europea se fue gestando de manera acelerada, el Bank for International Settlements (BIS) ha indicado que en la zona euro las obligaciones de los bancos con sus contrapartes cayeron $ 575 miles de millones de dólares en los últimos tres meses de 2010.
Ante estos hechos, aún últimamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) festinaba el hecho de que los bancos habían mejorado el capital en relación a sus activos en riesgo (Capital Adequacy Ratio), sin considerar que la crisis era de magnitudes insospechadas en un entorno global y que la recesión en Estados Unidos había durado 18 meses, algo no visto ni incluso en la gran recesión de los 80’s.
Los bancos europeos enfrentan hasta hoy un problema reconocido de liquidez, que rápidamente se puede volver de solvencia. El problema se sustenta básicamente en una suerte circular: i) en la retirada de los fondos americanos e ingleses de inversión, ante el temor de la alta exposición bancaria a las deudas soberanas; ii) la caída en el valor de sus acciones, que encarece el costo de fondeo en los mercados de mayoreo; iii) la caída del fondeo interbancario, por la aversión al riesgo; iv) la concentración de excedentes bancarios en el BCE, por la astringencia de los préstamos a empresas y consumidores; v) y, sorprendentemente, a la necesidad de fondeo vía el propio BCE. Y de nuevo, todo ello, en un proceso de círculo vicioso, termina acrecentando el temor sobre la liquidez de los bancos que debe ser prevenida con un mayor fondeo proveniente del BCE.
Además de la retirada de los fondos americanos agravada en las últimas semanas, comentada ya en El Semanario sin Límite, de acuerdo a Economics News Paper (23/8/11), los bancos británicos han comenzado a reducir su exposición en la zona euro, especialmente en países como España, Irlanda y Portugal, por el temor de la crisis griega. Bancos como Barclays y Standard Chartered han reducido dramáticamente el nivel de préstamos proporcionados a los bancos de la zona del euro. Standard Chartered ha retirado miles de millones de los mercados de crédito interbancario y cortado en dos terceras partes su exposición en los bancos del continente Europeo. Barclays, por otra parte, anunció en abril que había reducido su exposición a los bancos españoles e italianos.
El valor de las acciones de los bancos europeos se ha hundido 20% en el último mes, siendo para el Royal Bank of Scotland, que es el banco más grande intervenido por el gobierno británico, de 43% y la Societe Generale, considerado el segundo banco francés más grande, de 39 %.
El BCE este mes apoyó a los bancos comprando bonos italianos y españoles por primera vez y prestando fondos ilimitados por seis meses. Como señales adicionales del distress de los bancos, sus depósitos overnight en el BCE alcanzaron 128.7 miles de millones de euros el día 22 de agosto, que es más de tres veces el promedio tenido en este año. En lugar de prestar los bancos a otras firmas, una encuesta del BCE, realizada en marzo en 124 bancos de la zona, indicó que habían ajustado las condiciones para proveer préstamos tanto a las empresas como a los privados, esperando continuar con los ajustes de restricción en los estándares de crédito.
En contraste, a los bancos comerciales bajo el mecanismo de crédito overnight, el BCE proporcionó 145 mil millones de euros de fondos, la mayor cifra desde el record de 2010. El BIS indicó, por otra parte, que los bancos españoles se vieron forzados a pedir prestado al BCE un total de 58,000 millones de euros en mayo, comparado a los 44,000 millones de euros solicitados en abril.
Ante toda esta situación de conductas financieras perversas, dado que conducen a resultados negativos no buscados, Carmen M. Reinhart, ex-economista del Fondo Monetario Internacional, ahora muy famosa por su libro sobre la crisis financiera, This Time is Different, coescrito con K. Rogoff, ha dicho que “lo más probable es que los bancos europeos requerirán mayor asistencia de sus respectivos gobiernos en el proceso de recapitalización”; capitalización cuya etiqueta de precio no será barata. Standard & Poor’s estima que los bancos europeos necesitan cerca de $350 mil millones de dólares adicionales de capital, cifra que es posible solventar si los políticos se ponen de acuerdo con rapidez y el BCE no espera a que lleguen los bomberos para comenzar a prevenir (sic) el incendio.
Christine Lagarde, Director gerente del FMI, desde Estados Unidos advirtió muy recientemente que “es urgente la recapitalización de los bancos” si se quiere evitar que la crisis de la deuda europea desate una recesión global. Lagarde indicó que es necesaria una inyección de capital en los bancos europeos para que puedan hacer frente al peor de los escenarios; “Esta es la clave para evitar un contagio”.
Frente a estas preocupaciones, afirmó complacientemente en rueda de prensa el portavoz económico de la Unión Europea, Amadeu Altafaj, que la Autoridad Bancaria Europea ha dicho que “los bancos europeos están ahora mejor capitalizados que hace un año", obviando la dinámica de la crisis y el tiempo. Lagarde ha enfatizado que la economía mundial está en una nueva fase peligrosa y que los funcionarios deben emprender para fortalecer nuevos pasos y mejorar el crecimiento; a la par, el Presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, señaló que “Sigue habiendo un camino para la recuperación, pero ya no contamos con el lujo del tiempo”.
Los funcionarios y los banqueros centrales son responsables de la tormenta financiera que se vive y siguen, para bien o para mal, a cargo del timón, pero no parecen entender que en el camino de los problemas de liquidez al de solvencia puede haber sólo un paso o simplemente un cambio de apreciación. Mientras, esperemos que las matrices de los bancos extranjeros que operan en México no se lleven el dinero a donde más les hace falta liquidez o capital; ojalá (quiera dios).
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