jueves, 23 de diciembre de 2010

PERSPECTIVA ECONÓMICA 2011

Emilio Rabasa Gamboa / El Universal
En el año 2000 creímos que la alternancia de partidos en el Poder Ejecutivo nos traería el espacio para la implementación de un modelo medianamente democrático y que se vería reflejada en la mejoría de la economía y en la creación de empleos. Estas creencias resultaron falsas, al menos en ese contexto. Según el Presupuesto de Egresos de la Federación, la burocracia creció de 20,290 a 65,800 millones de pesos, es decir, 324%; la deuda del gobierno se incrementó, especialmente en los últimos cinco años, para ganar casi dos puntos porcentuales del PIB; el ingreso familiar no se recupera, habiendo ganado sólo un 42.4% acumulado con respecto al 50.16% de la inflación. La inflación ha ganado casi una quinta parte de terreno al salario mínimo.
Existe un alto índice de desempleo: del 5.2%, como lo mide el Gobierno Federal. Sin embargo, la medición se funda en el criterio de haber trabajado por lo menos una hora en una semana de forma remunerada, un indicador poco confiable.
Por otra parte parece que vivimos una economía de guerra. Tener al Ejército y a la Armada de México en operación en contra del narcotráfico es muy caro. Las cifras para el ramo 07, Defensa Nacional y el 13, Marina, han subido estratosféricamente: en 2001 para la Secretaría de Defensa se destinaron 22,424 millones y para 2010, 43,632 millones, es decir, un incremento de casi el doble. Para 2011, serán 50,039 millones, 15% extra. En el caso de la Secretaría de Marina, el gasto también se ha incrementado en casi el doble al pasar de 8,873 a 15,991 millones de 2001 a 2010.
Eso sí, tenemos reservas de divisas con niveles récord (más de 111,036 millones de dólares para principios de diciembre de 2010, según la SHCP) como respaldo a posibles embates de los mercados y para poder hacer frente a una eventual devaluación. Tristemente, el que estas variables tengan estabilidad no promueve la inversión productiva, ni por lo tanto, la producción de empleos, ni el crecimiento.
Sobre el futuro inmediato existen diversas opiniones. El gobierno apuesta a la expectativa del 3.59% de crecimiento del PIB y se espera la incorporación de más de medio millón de personas al mercado formal de trabajo, cifra inferior a los requeridos por la demanda laboral. La recuperación del comercio total de México con el mundo -desde el segundo semestre de 2009- se está moderando conforme evoluciona la actividad económica mundial, en especial la de nuestros socios comerciales.
Para el FMI, en voz de Dominique Strauss Kahn, su director gerente, "la reactivación económica ya está en marcha" y según el World Economic Outlook del mismo FMI, las condiciones financieras han mejorado. Los precios de las mercancías están repuntando y las presiones inflacionarias se mantendrán a la baja. Para el cierre de este año se prevé un 5.7% de crecimiento en la región (América Latina) y un 4% en 2011, debido en gran parte a la exportación de materias primas.
Para la OPEP la demanda de petróleo aumentará 1.4% en 2011, por encima de las expectativas calculadas un año antes. Estas dos visiones abonan a la percepción del gobierno federal de que tenemos una recuperación, aunque sea lenta y poco sólida.
En el fondo, lo que está sobre la mesa es el viejo debate de si hay que estimular la economía empezando por los estímulos fiscales a los capitales (especulativos y productivos) para fomentar la creación de empleos, o fomentar el consumo directo a través de programas de subsidio al desempleo. En el caso mexicano, lo que se ha privilegiado son las variables macro que permiten que los mercados funcionen sana y libremente.
El gran pendiente del gobierno mexicano es la creación del empleo de calidad (no temporal ni informal) a través del estímulo a la inversión productiva y no sólo de la estabilidad macroeconómica en sus variables inflación y tipo de cambio; tiene que llevarnos a la eventual recuperación económica verdadera, aquella que no depende principalmente de las materias primas, sino del trabajo real y del valor agregado que este imprime a una economía nacional.
Como ciudadanos y como consumidores responsables, hay algo que debemos tener presente: el gobierno no tiene el control total de la economía, por lo que no puede actuar en solitario. Los inversionistas y los consumidores juntos tenemos en nuestras manos un poder económico que debemos ejercer responsablemente para que México se recupere y crezca.
¡Feliz Navidad y un mejor año 2011!
Investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM

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