sábado, 13 de marzo de 2010

REFLEXIONES PARA EL ANIVERSARIO DE LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

Jorge A. Chávez Presa
En 1938 cuando se llevó a cabo la expropiación petrolera, México producía 105 mil barriles diarios y sólo exportaba 10 mil barriles diarios. La estrategia durante las siguientes décadas fue básicamente para satisfacer las necesidades internas, con exportación marginal. Fue suficiente para un periodo prolongado de crecimiento económico con estabilidad que se le denominó el modelo de desarrollo estabilizador, en el cual la sustitución de importaciones jugó un papel importante para la industrialización del país y el manejo de la hacienda pública fue prudente. No obstante, el esquema se agotó.
Es a partir de 1975 y luego con el descubrimiento y explotación de Cantarell, que México adopta un perfil exportador que le permite cambiar expectativas, y con ello apalancar un periodo de tasas muy altas de crecimiento económico que fueron superiores al 9% anual del PIB (1978-1980), acompañado de un amplio déficit en la balanza comercial que llegó al 12% del PIB en 1981. El incremento abrupto en las tasas de interés internacionales promovida por la Reserva Federal de EU para poner bajo control la inflación y sacar a su economía del estancamiento, puso en evidencia a la economía mexicana, la cual se volvió muy vulnerable por su tipo de cambio fijo y la acumulación de grandes déficit fiscales financiados con deuda externa.
Ahora en 2010, la economía mexicana no ha resuelto el tema del crecimiento económico y la creación de empleos, aunque sí el de estabilidad. Sin embargo, en el siglo XXI, el sector petrolero mexicano no sólo está aún muy lejos de su potencial, sino que tampoco satisface los requerimientos nacionales en cuanto a cantidad, calidad y precio.
Hay que reconocer que en junio del 2009 tocó piso la caída de la producción petrolera para registrar un mínimo de 2.5 millones de barriles diarios (mbd), después de haber alcanzado en enero de 2004 el monto de 3.4 mbd. A partir de julio de 2009 se ha observado una lenta pero sostenida recuperación, con lo que en enero de 2010 se llegó a 2.6 mbd, volumen similar al que se extrajo en 1995. Otro dato que destaca es que en 2009 las finanzas del gobierno federal se “despetrolizaron” drásticamente, con lo que los derechos de hidrocarburos significaron sólo 22% respecto a los ingresos totales del gobierno federal incluyendo endeudamiento. Recordemos que en 2008 este rubro representó 40% de los ingresos del gobierno. En este aspecto lo peor no es la dependencia de un ingreso volátil obtenido por la venta de un recurso natural no renovable. Lo perverso es usarlo para cubrir el costo de los servicios públicos que no alcanzan a pagarse con los impuestos, en lugar de destinar la totalidad de los ingresos por petróleo para inversión de alta rentabilidad. ¿Alguna duda de por qué se necesitó de un ajuste fiscal y la reforma es no sólo necesaria sino imprescindible para crecer?
El precio de la gasolina nos duele, pero también nos confunde. Las refinerías mexicanas no han sido nuestro fuerte, y en especial en las últimas dos décadas. El país importa cuatro de cada 10 litros que consume. Eso per se no es malo, lo preocupante es que desde septiembre de 2005 cuando el huracán Katrina destrozó Nueva Orleáns y causó la interrupción en el suministro de combustibles en el mercado del golfo de México, nuestro país ha venido comprando gasolina y diesel en el exterior más cara para venderla al interior más barata. El subsidio de la gasolina y el diesel ha sido un pecado fiscal mortal, no sólo por su regresividad sino también porque ha promovido más consumo de gasolina. En 2008 cuando el precio alcanzó su máximo el subsidio fue cercano a los 150 mil millones de pesos, si tomamos en cuenta costos de transporte y la referencia del precio de la gasolina en Texas, que es el más bajo en EU. Desde diciembre de 2009, con el incremento de varios centavos, el consumo se ha moderado ligeramente. México tiene que alinear a la brevedad los precios de sus combustibles a las referencias internacionales, para que el consumidor también se beneficie de la parte baja del ciclo. Asimismo, cuando abandone los precios administrados tendrá que cambiar la forma de gravar los combustibles. Mientras que nuestros socios comerciales de América del Norte no han dejado de recaudar durante estos años de alza y baja, México no sólo no recaudó sino que subsidió.
Ahora para este 72 aniversario de la expropiación petrolera es altamente recomendable que seamos humildes y reconozcamos que Canadá, Noruega y Brasil, que durante varias décadas tuvieron una organización de su industria de hidrocarburos similar a la nuestra, tuvieron la altura de miras para construir su solución, que contempló entre otras medidas introducir competencia y dejar al monopolio de Estado como reliquia histórica. Podríamos empezar con la refinación, el transporte por ductos de combustibles, su almacenamiento y distribución. Ya tenemos experiencia en gas natural y no hemos perdido soberanía.
Economista

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