Samuel García - El Sol de México
Lo que durante décadas fue una autopista hoy es apenas un camino irregular. En 2025, la industria automotriz mexicana se ha convertido en el caso más emblemático del impacto de los gravámenes de Donald Trump: menos producción, menos exportaciones y tensión creciente por su futuro.
La producción de vehículos ligeros cayó -8.4% anual en noviembre, ligando cuatro meses de contracción, mientras las exportaciones bajaron -3.4% por tercer mes consecutivo. No es una corrección coyuntural: es una señal de fractura. Entre enero y noviembre, la producción acumula una caída de -1.5% y las exportaciones -1.6%, cuantifica el INEGI.
El golpe no es sólo a las plantas, sino a toda la arquitectura productiva que se construyó alrededor de ellas. El sector automotriz es columna vertebral de las manufacturas mexicanas, y cuando se frena, arrastra autopartes, logística, metalmecánica, hule, plásticos y servicios industriales. Mientras los equipos electrónicos y de cómputo repuntan por la demanda estadounidense, el “efecto sustitución” no compensa la pérdida sistémica del automóvil, que genera cadenas más profundas.
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