- Alguna vez la relación entre ambos países trajo beneficios mutuos. Pero ahora el gobierno de Trump ha cambiado las reglas del juego.
Por Michael Crowley - The NewYork Times
Reporting from Washington
El vicepresidente Richard Nixon temió por su vida. Una turba, indignada porque Estados Unidos había concedido asilo a un brutal dictador venezolano recién depuesto, había emboscado a su comitiva en la capital, Caracas, al grito de “¡Muerte a Nixon!”.
La gente atacó los vehículos atrapados en el tráfico con puños, piedras, tuberías y tantos escupitajos que el conductor de Nixon encendió los limpiaparabrisas. “Por un instante, me di cuenta de que nos podían matar”, escribió Nixon más tarde.
Tras varios minutos aterradores, los coches consiguieron alejarse a toda velocidad y el vicepresidente continuó con su visita. Pero en Washington, la Casa Blanca no corría riesgos: un portaaviones se dirigió a Venezuela en caso de que Nixon necesitara ser rescatado.

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