Claudio Ochoa Huerta - Sonora Presente
En las investigaciones alrededor de la red de tráfico de combustible y armas encabezada por los sobrinos de Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina en el gobierno de López Obrador, hay un pequeño detalle: figuran datos de al menos una comprometedora reunión en un departamento de Polanco, en la Ciudad de México.
Por un lado, los protagonistas son Gonzalo “Bobby” López Beltrán, hijo del expresidente, y Amílcar Olán Aparicio, principal prestanombres de la red de tráfico de influencias conocida como “El Clan”. Por el otro, el vicealmirante de Marina Manuel Roberto Farías Laguna, hoy detenido, y el empresario Arnold Rojas Tame, originario de San Luis Potosí, señalado de operar y controlar el contrabando de combustibles de Estados Unidos a México, a través de tanques ferroviarios, al grado que lo apodaron “El señor de los tanques”.
Según los informantes, este último, quien además gusta de presumir los lujos a través de redes sociales, se encargó de la logística para trasladar a Farías Laguna, sobrino de Ojeda Durán, en aviones y helicópteros privados hasta su silla en la mesa. No solo eso. Le daba trato de amigo, socio y cómplice.
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