Por: Pablo Zárate - El Economista
La buena noticia es que el gobierno mexicano sabe que los retos del sector energético son enormes. En electricidad, por ejemplo, sus metas reconocen que se necesitan casi 30 gigawatts de nueva capacidad instalada. Son 5 mil megawatts nuevos por año. En gas y petróleo, decir que realmente quieren pagar la deuda a los proveedores, no endeudar más a Pemex y mantener la producción en 1.8 millones de barriles de crudo implica una odisea. En el último año de la Administración pasada, Hacienda dejó la idea que se necesitaba un rescate como de 40 mil millones de dólares para que Pemex siguiera saliendo a flote.
De acuerdo con el gobierno, ya hay pasos importantes en esta dirección. La semana pasada CFE presumió que entraron en operación dos centrales de ciclo combinado, que representan 1,300 megawatts de capacidad instalada incremental; que en lo que queda del año se inaugurarían otros 1,100 MW; y que para el 2027 se habrían incorporado otros 3,500.
Pero los 2,400 MW ahora prometidos para 2025 no llegan al famoso 54 por ciento respecto a lo que se necesita todos los años de este sexenio. Los 3,500 MW de los próximos dos años, 1,750 por año, mucho menos. De 15 mil MW que se necesitan en tres años, la CFE estaría inaugurando apenas 5,900, el 39 por ciento. Y esto asume que no habrá nuevos retrasos. Los listones que ahora está cortando la CFE vienen de planes que se anunciaron hace varios años. Son de centrales que se suponía que las iban a alcanzar a inaugurar Manuel Bartlett y el presidente López Obrador.
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