- La decisión de levantar poco más de 27 kilómetros de muro nuevo en el condado de Starr provocó la ira de muchos demócratas, quienes acusaron a Biden de incumplir una promesa electoral.
Por J. David Goodman - The New York Times
En las afueras de Rio Grande City, Texas, Eva Alvarez pasó junto a las tumbas de sus padres y abuelos antes de detenerse al borde del pequeño cementerio, estupefacta ante los bolardos de acero rojo óxido apilados en montones, fila tras fila, no muy lejos de su casa.
Durante años, el gobierno de Donald Trump inspeccionó y expropió terrenos a lo largo de la frontera en el condado de Starr, donde Alvarez vive, y levantó una barrera de acero en segmentos para disuadir y redirigir los cruces no autorizados. Muchos vecinos veían el muro como algo innecesario y mal concebido, y cuando el presidente Joe Biden asumió el cargo y ordenó detener la construcción, Alvarez y otros residentes de estas tierras accidentadas y casi totalmente ruralesen la frontera de sur de Texas pensaron que el proyecto había sido descartado

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