- Es posible desarrollar una estrategia de seguridad centrada en las personas y no en el combate al enemigo
Edith Olivares Ferreto - El País
La decisión tomada por Felipe Calderón, hace 16 años, para que el Ejército se hiciera cargo de la seguridad pública en algunas zonas del país, nos llevó a experimentar sus fatales consecuencias. En 2011, miles de personas tomamos las calles al grito de #NoMásSangre para exigir un cambio en la estrategia de seguridad, frente a la enorme cantidad de las mal llamadas “víctimas colaterales” de una guerra que nunca elegimos tener.
Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador se comprometieron, en sendas campañas electorales, a devolvernos paz, seguridad y civilidad, pero una vez en el poder ambos elaboraron propuestas para consolidar, a través de la legislación e incluso de reformas constitucionales, el modelo militarizado de seguridad pública.

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