- Las primeras ministras sueca y finlandesa aseguran que aún no han decidido si pedirán la entrada en la Alianza
Elena G. Sevillano - Madrid - El País
La primera ministra finlandesa, Sanna Marin (izquierda), el canciller alemán, Olaf Scholz, y la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, durante la rueda de prensa posterior a su reunión en Meseberg, Alemania. CLEMENS BILAN (EFE)
Alemania endurece su retórica contra el Kremlin a medida que pasan las semanas y la guerra de agresión de Vladímir Putin se cobra nuevas víctimas y pone en máxima alerta a otros países del entorno. Las palabras del canciller, Olaf Scholz, son cada vez más ásperas, en paralelo a las decisiones que ha ido tomando su Gobierno en un giro radical respecto a posturas asentadas en Alemania durante décadas. Arrastrando los pies, como le afean sus críticos, o después de sopesar detenidamente pros y contras, como le justifican sus colaboradores, Scholz ha aprobado el envío de armamento defensivo a Ucrania, una partida millonaria para modernizar el Ejército y finalmente, y tras muchas presiones, la entrega de tanques que solo unos días antes rechazaba por miedo a provocar una tercera guerra mundial.

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