sábado, 2 de octubre de 2021

VACUNAS, NEGACIONISTAS y BIEN COMÚN

  • La resistencia a inmunizarse está relacionada sobre todo con el derecho a dar prioridad al interés personal

Paul Krugman - El País

Una empleada de Aeroméxico recibe una vacuna Pfizer en el Aeropuerto Internacional de Miami, en mayo de 2021. JOE RAEDLE / AFP

Hace tres semanas, el presidente Biden anunció planes de exigir la vacuna contra la covid-19 —o, en algunos casos, pruebas semanales como alternativa— a la mayoría de los trabajadores estadounidenses. Enseguida hubo predicciones de que la medida sería contraproducente y solo serviría para endurecer la resistencia a las vacunas. De hecho, algunas encuestas indicaban que hasta la mitad de los trabajadores no vacunados preferiría dejar el trabajo antes que vacunarse.

Pero estas amenazas están resultando ser en su mayoría vacías. Muchos gobiernos estatales y locales, así como un número considerable de empleadores privados, han impuesto ya la vacunación obligatoria, y esta obligatoriedad ha tenido mucho éxito. El cumplimiento ha sido elevado, y solo un número relativamente pequeño de trabajadores ha renunciado o ha tenido que ser despedido. Para entender por qué la obligatoriedad de la vacuna parece funcionar tan bien, debemos pensar en la verdadera naturaleza de la resistencia a la misma. En su mayoría, quienes se niegan a ponérsela no creen realmente que las vacunas contengan microchips de seguimiento, ni que provoquen efectos secundarios graves.

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