La estrategia de polarización a la que se entregó el mandatario debilita enormemente los objetivos a los que se debe. Foto: Presidencia.
Jorge Zepeda Patterson - Sin Embargo
Nadie puede reprochar al Presidente Andrés Manuel López Obrador que no esté haciendo el mayor esfuerzo. El ritmo vertiginoso, el horario sacrificado y las semanas sin respiro habrían podido fundir a una persona más joven. Giras incesantes en aviones comerciales y circunstancias fatigosas, largos recorridos por carreteras de todo tipo, un sin número de asuntos que dependen de su intervención personal (porque así lo ha querido). Y pese a la tragedia de la pandemia y la inesperada y devastadora crisis económica, el Presidente parece incombustible en su determinación y optimismo.

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