José Blanco - Periódico La Jornada
El virus invisible que nos azota ha logrado poner en el banquillo y con el reflector encima el tonto y muy interesado concepto de la mano mágica del mercado como la única vía racional de asignar los recursos. Es la única vía cabalmente irracional de hacerlo. Ahora todos claman por la intervención del Estado para salir de la durísima crisis económica que vive el mundo, una que venía gestándose con enorme fuerza cuando recibió el mazazo de la pandemia precipitándola abismalmente.
La ruda lección impuesta por el virus está obligando a Europa a un cambio de paradigma y a dejar atrás las verdades pretendidamente eternas de la economía política del neoliberalismo. Ursula von der Leyen, su presidenta, pugna por un ministerio europeo de salud para normalizar los protocolos de intervención y una sola instancia europea de distribución de vacunas; más importante aún, propone prepararse en común para las previsibles futuras pandemias, nada de lo cual puede resolver el mercado. La salud y el bienestar sicofísico de las personas es un bien común y prioritario, es el punto de partida.
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