José Blanco - Periódico La Jornada
La polvareda se levanta y el aire se clarifica. Hace lustros viene construyéndose una cínica forma de hacer política, cuyo mayor fruto podrido es el trumpismo. El mundo del todo se vale: es lo de hoy por todos los continentes. Decir patochadas sin ningún rubor. Mentir a diestra y siniestra con absoluta desvergüenza. Presumir de matón, sentirse Narciso a mucha honra. Valemadrismo sin fin, el sólo yo cuento ha gobernado la política. La bajeza interminable, los océanos de ignorancia y de egoísmo, sólo han sido, precisamente, la negación de la política. No hay ninguna duda: el neoliberalismo mató a la política, pero no para siempre; hoy está resucitando. Es mucho lo que será necesario reconstruir.
En Estados Unidos Trump perdió: perdió el cinismo más extremo. Hay asombro, ansiedad, porque ahora se ven dos países en una nación. Menos mal que ahora son dos; antes sólo había uno: el país de los cínicos. A partir de esa división, queda a las izquierdas la reconstrucción a largo plazo.
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